Festival Odin Week 2022
Llegué al Odin teatret sin saber quién era Eugenio Barba. No había visto ninguna de las performances del grupo de actores del elenco. Pero, sí que conocía a Yuyachkani, el espacio de teatro que estaba en Magdalena del mar. A donde fui a ver obras cuando era estudiante por un precio módico en Perú y jamás olvidaré la obra “Los músicos ambulantes”, que habla de animales de la costa, sierra y selva del Perú, que deciden migrar a Lima, donde forman una banda. Esta obra se presentó por primera vez hace 38 años. Aún sigue vigente. Al ver esta obra, y más si eres de provincia, empatizas, entendemos la decisión de migrar y te sorprendes al ver lo talentosos que son, pasándose los instrumentos de unos a otros, bailando, rimando en español y quechua. Y así ganándose la vida.
“Bueno, pues los del Yuyachkani son familia de los del Odin, siguen su línea” eso me lo dijo hace cuatro años en Sharjah, en los Emiratos Árabes, un storyteller charapa, el Rafo Diaz . Además de la conversación me hizo casi prometerle que no me iría de Dinamarca, sin ir al Odin.
Sin saberlo, presenciamos un momento cambiante en la historia del teatro. En el horario más denso (7 a. m. a 10 p. m. todos los días) e inspirador. Hay libros, estudios, traducciones de las producciones del Odin teatret. Toda una onda expansiva sabía que se aproximaba el próximo capítulo: el epílogo (es por eso que pude ver la presentación final de muchos de los espectáculos estrella del repertorio del elenco). El Odín se volverá un museo vivo en Italia. Aquí en Dinamarca quedará un espacio cultural, una estructura. Ver cómo un elenco trabajó en conjunto durante 4 o 5 décadas, ver que algunos de ellos están en sus 70 y 80 años, verlos abrazar los cambios mientras conservan un sano orgullo de su oficio, fue muy conmovedor. Su brío y disciplina. Su generosidad para enseñarnos a nosotros, fue como ver a un árbol que siente que es la última temporada de dar fruta, y lo da todo. Desde el primer momento, me descubrí ignorante, y al mismo tiempo, me abrí a poner atención plena. A aprender a aprender.
Con 55 participantes de 27 países diferentes, nos empujamos al límite. El legado de la Tradición Odin se vivió a través de seminarios, demostraciones de trabajo, talleres prácticos y proyecciones de películas. En los descansos, compartimos historias personales y fragmentos de nuestros mundos. Yo he Llorado, reído, escuchado, bailado con el cuerpo y los ojos, cantado y respirado; en una ampliación de la conciencia y el conocimiento colectivo. Nuestra comunidad de artistas internacionales vio el fenomenal trabajo de los maestros del Odin Teatret, con 3 obras de teatro al día durante 10 días. Como un universo paralelo más allá del tiempo y el espacio. Todos estaban comprometidos trabajando y riendo. Viendo el trabajo inmenso de los maestros, no se podía menos que reconocer que había que dormir poco, no quejarse, estar atentos a no llegar tarde a nada y sumergirnos de lleno. Todos los días han habido entrenamientos corporales, cientos de veces el valor de la sabiduría del cuerpo fue mencionado. Así como conceptos de “verdad”. Siendo de distintos países, pudimos actuar en nuestro propio idioma. Pudimos crear grupos. Pudimos entender las historias políticas que nos atraviesan y a la vez, ponerle armonía a otras que nos son lejanas pero con las que también nos podríamos cruzar o entender desde nuestra común humanidad.
Después de años de navegar la sociedad, de cambiarme de carrera, de aprender idiomas, de migrar…y de descubrirme artista (storyteller & músico), en solitario, de conocer a una banda linda que fue como familia… ver este espacio, al grupo humano, la historia y los buenos amigos que tienen alrededor del mundo, me hizo sentir en una “isla flotante de libertad e intercambio”. Sobre todo, al entender las grandes decisiones que tomaron en su vida para elegir el camino donde hoy se encontraban, con respecto a la familia, los viajes y la auto-disciplina. Ver cuán genuinos y sinceros habían sido, primero consigo mismos, en sus diferentes caminos artísticos, es realmente algo que nunca olvidaré y es algo que espero poder recrear, tanto en lo personal como en lo colectivo, para otros en un futuro cercano.
Me sentí como si hubiera vivido décadas de historia, movida visceralmente en el tiempo con Eugenio Barba, Roberta Carreri, Julia Varley, Iben Nagel, Carolina Pizarro, Elena Floris, Jan Ferslev, Else Marie Laukvik, Tage Larsen, Donald Kitt. El nivel de organización que hacen Anne Savage y todo el equipo en las sombras para mantener el espectáculo en marcha es simplemente increíble.. y amoroso. Todos pueden limpiar si algo está en camino, todos los participantes dividimos las áreas del teatro y nos organizamos para dejarlo todo limpio antes y después. Nuestras madres se sentirían orgullosas. Ese lugar, lleno de historia, experiencia, energía; fue nuestra casa y la tratamos como nos trató.
El nivel de alegría con que me he quedado, solo se compara con el nivel de responsabilidad que siento sobre mi propia vida y camino. Todas las enseñanzas hoy parecen un sueño lúcido. Es como haber renovado la consciencia de “elegir a los ancestros”, elegir de que aguas beber y cómo digerir el conocimiento. Siento fuertes impulsos para llevar el show que hasta ahora he ofrecido, a un siguiente nivel. Un nivel donde mi cuerpo pueda ser el medio que transmita y represente, para el bien del sostén de la esperanza. Así pues, me reconozco como una poeta, mi misil es una rosa y quizás sólo hago todo esto para sentirme amada y seguir amando.