Tercer Teatro

La campana del templo enmudece,
pero el sonido continúa
saliendo de las flores
Matsuo Basho
En el 2022 tuve el placer de coordinar el proyecto “Tercer Teatro y Teatro de Grupo”, promovido por la Fundación Barba Varley, la Fundación Fo Rame y Teatro Nucleo. El proyecto era financiado por el Ministerio de Cultura y tenía como objetivo elaborar un primer reconocimiento de los grupos de teatro en Italia tratando de comprender cuál era la situación actual.
La exigencia de trabajar en este proyecto nació de ciertas preguntas sobre las cuales nos estábamos interrogando desde hacía tiempo: ¿Qué hay fuera de la burbuja de estudiosos y profesionales? ¿Cuál es la percepción que las generaciones jóvenes tienen de este movimiento artístico y político cultural que llamamos Tercer Teatro? ¿En torno a qué principios artísticos o políticos se constituyen hoy los grupos jóvenes? ¿Cómo sobreviven?
Partiendo de estas preguntas, lanzamos a nivel nacional una invitación abierta, anárquica: todos aquellos que sientan que los valores e ideas del teatro de grupo y del tercer teatro les pertenecen están invitados a participar en los tres encuentros que se organizarán en Lecce, Ferrara y Gubbio.
120 grupos han respondido a la invitación. Un grupo heterogéneo y diverso en cuanto a proveniencia geográfica, perspectiva de gestión, métodos de producción y orientación poética. Al final de los tres encuentros, dos datos saltaron a la vista de este primer reconocimiento: el primero está relacionado con la escasa participación de los jóvenes, sea en términos activos, es decir grupos de teatro de jóvenes que se unieron al proyecto, como en términos de fruición del proyecto, pocos jóvenes escuchando nuestra propuesta.
El otro denominador común era la falta de dinero, muchos de ellos no tenían los recursos para venir a los encuentros que organizábamos. La gran mayoría no tenía un espacio propio donde organizar el trabajo y la propuesta en el territorio. Los espectáculos que con enorme esfuerzo e inversión personal producen estos grupos no tienen un público de referencia, un mercado.
Este último aspecto, sobre todo en lo que respecta a la situación italiana, es una constante en la historia de los grupos de teatro. Las causas son en parte inherentes al sistema de espectáculos en vivo, que fagocita recursos, espacios y público, provocando una competencia despiadada frente a los grupos y compañías independientes; por otro lado, los grupos sienten muchas veces en su propia piel las consecuencias del posicionamiento radical que asumen. En cualquier caso, la escasa asistencia de jóvenes a los tres encuentros nos hizo reflexionar mucho. Nos <preguntamos: ¿nos equivocamos en la forma de haber difundido la invitación? ¿No era clara la propuesta? ¿No era interesante para las nuevas generaciones?
Patrizia Ariza, en el discurso que me ha precedido, decía que hoy en día todo parece estar hecho para que no se haga Teatro. Una afirmación radical con la que estoy totalmente de acuerdo y que me da la pista de una respuesta. Gran parte del trabajo que hacen los grupos de teatro es invisible, oculto y me atrevería a decir que democráticamente censurado. Se les niegan recursos, espacios y público; los grupos se ven obligados a seguir una regulación asfixiante (baste pensar en los requisitos mínimos exigidos por el ministerio para ser reconocidos en el ámbito del Fondo Nazionale per lo Spettacolo dal Vivo que de ninguna manera contempla la investigación artística y la construcción de una experimentación cultural capaz de incidir en la sociedad. Y muchos de estos grupos sucumben en una sociedad maniatada darwinianamente a las apariencias, a producir apariencias.
Para que las prácticas y metodologías, las teorías y estrategias desarrolladas por cientos de grupos en los rincones más dispares del mundo a lo largo del último siglo puedan convertirse realmente en una Tradición es necesario construir un sistema que haga efectivamente posible su transmisión. Si es verdad que esta Tradición representa una piedra angular del Teatro mundial, si es verdad que sus principios y sus instancias poéticas y políticas contienen cuestiones y preguntas que aún siguen siendo necesarias, si vemos en ella el último bastión de defensa contra un consumismo del arte y una mercantilización desenfrenada del artista, tenemos el deber de responsabilizarnos de su cuidado y difusión.
No como se cuida un museo o un monumento, sino como se cuida a un ser vivo. ¿Y qué necesita este ser multiforme llamado Tercer Teatro para sobrevivir? ¿Cuál es su agua, su oxígeno? El público.
Esta Tradición necesita deslizarse por los corazones y los músculos de las chicas y los chicos, tal vez los únicos que hoy pueden tomar su impulso continuamente revolucionario, el proceso constantemente transformador, el alma profundamente cuestionadora, el espíritu obstinadamente dialéctico. En este proceso las universidades desempeñan un papel central.
Es necesario que las estudiosas y estudiosos, usen sus espacios intelectuales y políticos para estimular el interés por el trabajo de los grupos y creen oportunidades para la presentación de sus espectáculos, porque lo que más le falta al teatro de grupo es, sin duda, la posibilidad de presentarse. Sin la perspectiva de un encuentro con el espectador, todo el proceso corre el riesgo de perder intensidad, motivación, de marchitarse y desaparecer. Y si los talleres dejan de producir, la tradición muere.
Marco Luciano
A.R.T.I.
Área de Investigaciones Teatrales Independientes
Ferrara, Italia
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